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Plática con el diccionario que habla y camina: Humberto Musacchio

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Humberto Musacchio
Humberto Musacchio

Por Ricardo Maldonado

Fotos de Mario Torres

Los cambios en los medios de comunicación, son un periodo de transición que empezó y, lo que nadie sabe es en que terminará. Viene de estos avances tecnológicos, con un crisis de renovación y espero que los periodistas sigamos existiendo… y, los periódicos, también. Dice entre serio y sarcástico el periodista y escritor Humberto Musacchio.

La conversación, más que entrevista, entre EL IMPRESOR y Musacchio tuvo lugar en un café en la calle de Michoacán esquina con Juan Escutia, entre las colonias Roma y Condesa, por donde con frecuencia pasan mujeres hermosas. “Mujeres bellas que pasan por la Quinta avenida/ tan cerca de mis ojos/ tan lejos de mi vida”, palabras que exclamó el poeta Juan José Tablada, en Nueva York.

Machetazo a caballo de espadas, porque nuestro interlocutor es un periodista de la vieja guardia en los espacios de la cultura en México, autor de varios libros y entre ellos, el famosísimo Diccionario Enciclopédico de México y del Diccionario Enciclopédico del Milenio.

El periodismo cultural, comenta “Musakio” –como simplemente le llaman sus amigos a Humberto– es la manifestación artística de lo que algunos intelectuales, como mi amigo Granados Chapa, por ejemplo, decía, que el periodismo es la musa plebeya de la literatura- es la manifestación artística en diarios y revistas, repite, porque la cultura incluye las tradiciones y los usos y costumbres del pueblo.

Esa fue la respuesta a nuestra pregunta de su especialidad en el oficio-profesión, más bello del mundo, aunque también el más ingrato, de quien ahora es colaborador del diario EXCELSIOR, donde escribe artículos de fondo sobre diversos temas, quien se muestra asombrado gratamente de que este escriba no use grabadora, sino el viejo block de notas y un lápiz.

Y, de cómo se inició en el periodismo, contó Musacchio: -me inicié en EL NACIONAL con el inolvidable Juan Rejano, sobre quien se refiere en términos elogiosos como: “un extraordinario personaje” y agrega que de ahí pasó al periódico EL DÍA, donde mantuvo por algún tiempo, una página cultural en la década de los sesenta del siglo pasado.

Para continuar la marcha de “anda solo” en el periodismo nacional con el puesto de jefe de Redacción en las oficinas de relaciones públicas del Instituto Politécnico Nacional (IPN), emigró para ir a EL UNIVERSAL, donde, por buen tiempo publicó artículos y, desde luego, su columnas sobre la cultura en México.

En ese navegar por las redacciones de diarios y revistas recuerda que en EL NACIONAL, don Martín Luis Guzmán le dio a dirigir una página juvenil con el temario noticioso y análisis sobre la juventud, y cuenta que en EL UNIVERSAL, publicó por error dos artículos del director de EL NACIONAL, y le dieron a dirigir la página juvenil. “Me pagaba bien el director Ealy Ortiz, ya director del diario y en esa época me tocó cubrir el famoso Festival de Avándaro de Rock, un evento que causó entonces una gran controversia en la sociedad conservadora”.

Musacchio, recuerda que motivó controvertidas publicaciones y, hasta parecía que había consigna desde las oficinas de Gobernación, con Luis Echeverría como secretario de esa dependencia, para mostrar a una juventud “perdida” –se calculó que asistieron una 75 mil personas, en su mayoría jóvenes-, antecedente de otros sucesos más graves como fue la agresión a la juventud en 1968, y, el “halconazo” del 71.

En la década de los setenta empezó a escribir –siempre sobre cultura y en su columna- en el diario OVACIONES, bajo la dirección de Fernando González Parra. “Estuve ahí 7 años en las páginas editoriales y, debo decir que en ese periódico a mí, me dejaban decir lo que yo quisiera. Cuando salí de ese diario fui a dar al Centro Social de Productividad, como director de prensa, de donde pasé el UNO MAS UNO, para ocupar el puesto de corrector de estilo, ‘cabacero’, y jefe de redacción”.

Humberto Musacchio formó después parte del grupo que fundó LA JORNADA. Refiere los avallares para la fundación de este diario crítico, se contó con el esfuerzo de un grupo de periodistas afines en el propósito: “no teníamos dinero, pero si teníamos muchos amigos y se recurrió a ellos.

“Queríamos hacer un periódico computarizado, fue el compromiso con quienes nos ayudaban: los amigos y en particular los pilotos aviadores de México y la marca Olimpia con máquinas de escribir –a intercambio publicitario-; otros nos dieron escritorios, y finalmente ocupamos el edificio de la Fundidora en la calle de Balderas. La lección es que, cuando los periodistas quieren, pueden tener sus propios medios”.

“De La Jornada, salí como al año y medio y, un amigo editor, Andrés León, de Editorial Océano me sugirió escribir un libro sobre el temblor de 1985. Me pidió que le entregara el libro en 15 días. El 11 de octubre terminé el libro con la caída de los edificios y una crónica de lo que pasó y lo que dijeron otros periodistas”.

Después del libro, agrega Humberto, León le mostró la Enciclopedia Británica y le dijo, haz algo igual: “vivíamos en casa de mis suegros (se refiere a su esposa y sus hijos) en la colonia Blanco, estábamos en jodidez económica en esos 4 años en que termine la enciclopedia que pretendimos vender en un quiosco. Sólo que estaba visto que Dios no me llamó por ese camino”.

Con el tiempo, Elba Esther Gordillo contrató el diccionario para la Fundación Educativa y Consuelo Saizar adquirió los derechos del diccionario y me puso una oficina en la cual estuve renovando el texto; en el año 2000 se editó, “Milenio del mexicano” con 100 mil ejemplares y nueva edición en el 2006 con 11 mil ejemplares.

Para el 2005 este hombre de la tercera edad, pero aún fuerte y mentalmente sano recibió los avances científico-tecnológicos que están cambiando el periodismo impreso en papel y sobre el cual, lo único que queda es esperar que continúe y que la maravillosa tecnología sea un instrumento para superarlo y, que, alcancemos a ver “a dónde va a parar”.

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