Por Ricardo Maldonado
La Sociedad Mexicana de Grabadores (SMG), precursora de exposiciones compiladoras de este arte popular y, también antecedente y base del desarrollo en México de la industria editorial mexicana, presenta en el Museo de la Estampa (avenida Hidalgo) –que se mantendrá hasta diciembre de este año- una exposición que exhibe una actividad que abarca los siglos: XVIII, XIX y XX y que a través del Boletín Estampa ya había incluido obras de: Da Vinci, Toulouse Lautrec y Rembrandt.
Una exposición del patrimonio gráfico de nuestro país, que fue instrumento de las Artes Gráficas y está dejando paso al tránsito evolutivo de las nuevas técnicas con el avance de las modernas tecnologías de la impresión y las comunicaciones, que en el pasado reciente incluyó grabados de diferentes tendencias socio-políticas de 137 grabadores y 170 obras en total de artista del grabado, que incluyó obras de Emilio Amero, del doctor Atl, Julio Castellanos, Federico Cantú Carlos Mérida y Juan soriano; y, que aún existen grabadores como Leo Acosta y Falcón.
Leo acosta, en conversación con EL IMPRESOR Internacional, exalta los beneficios de esta actividad, que ha perpetuado las costumbres y las tradiciones populares del pueblo, porque han quedado plasmados bajo el grabado, el afilador, el que grita servicios en las calles y colonias de la gran ciudad de México, los vendedores ambulantes, el papelero que voceaba las noticias de los periódicos, los que vendían “tierras para las macetas”, las vendedoras de productos en plazas y mercados; los mariachis y cantantes y hasta “el borrachito” tirado fueras de las pulquerías.
Estos, dice Leo acosta preserva nuestra idiosincrasia, nuestras tradiciones y en general: nuestra cultura, porque las tradiciones forman parte de la cultura de los pueblos. Tal vez por eso, las exposiciones y exhibiciones de grabado rivalizan con la fotografía y, son apoyadas por el Instituto Nacional de Bellas Artes, el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México, así como otras muestras de las relaciones internacionales y homenajes a creadores extranjeros como el que en Bellas Artes se hizo a Angelina Bolofoff y a José Julio Rodríguez, en cuya organización también participó la Escuela Nacional de Artes Gráficas, nos señala Acosta.
Como es natural en el México actual, la mujer mexicana en todos los niveles socio-económicos y artísticos, tiene amplia participación y, la Sociedad Mexicana de Grabadores, fue la agrupación de artistas gráficos, nos cuenta Leo, que siempre –y lo seguirá siendo- se ha pronunciado por la participación de la mujer en la obra artística que es el grabado, la SMG reunió al mayor número de creadoras en esta disciplina. Destacan 12 en total: angelina Belloff, Celia Calderón, Vita Castro, Esperanza de Cervantes, Lola Cueto, Ana de León, Ángeles Garduño, Edelmira Locilla, Susana Neve, Ana Salinas, Paulina Trejo y María Teresa Rincón Vieyra.
“Si bien, Susana Neve fue la única mujer que participó en la fundación de la Sociedad, otras mujeres ocuparon cargos dentro de su organización”, aclara Leo. Ángeles Garduño, fue tesorera, después Presidenta y finalmente Secretaria, por su parte Ana Castro también fue Secretaria Tesorera Las mujeres participaron desde el principio de la fundación de la Sociedad y actuaron con entusiasmo y buen ánimo.
Por otra parte, una de las principales temáticas plasmadas en la producción de los miembros de la SMG, fue la identidad femenina. En sus obras, lo mismo no son empáticas las representaciones de la maternidad, en las que se enfatizan los gestos delicados y de expresiva ternura, que aquellas que aluden al dolor de una madre ante la pérdida de un ser amado. Además, abundan los retratos de mujeres anónimas que ocupan el papel protagónico en las escenas, ya sean madres de familia, trabajadoras del campo o de la ciudad.
Acosta hace hincapié, en la figura femenina participando en escenas, ya sean madres de familia o en festividades populares y ceremonias religiosas, inmersas en su desolación o en actitud reflexiva e incluso disfrutando de un breve descanso después de sus actividades cotidianas”, agrega.
Observamos que cuentan también algunos retratos de mujeres célebres de la historia de México, como el que hizo José Julio Rodríguez en alusión a Sor Juana Inés de la Cruz.
En varias salas, extensas, medianas y pequeñas, en el segundo piso del Museo de la Estampa, cuelgan de las paredes, en arreglado orden, retratos en grabados de personas de las más variadas actividades de las tradiciones y la cultura popular del pueblo mexicano: la mujer en la constante transformación de México.
Hay una fecha sentimental e inolvidable para los grabadores mexicanos: el 26 de agosto de 1947: día, mes y año cuando se fundó la Sociedad Mexicana de Grabadores, con la participación de 12 miembros solamente: Abelardo Ávila, Pedro Castelar, Manuel Ochaur, Oscar Frías, Amador Lugo, Susana, Mariano Paredes, Federico Peña, Julio prieto, José Julio Rodríguez, Francisco Vázquez y Ángel Zamarripa. Una docena de hombres –y una mujer- convencidos de que la unión hace la fuerza.
Durante un cuarto de siglo, logró convencer y reunir a 47 de los más destacados grabadores, radicados en la ahora Ciudad de México, la mayoría de ellos nacionales y algunos extranjeros. Cabe mencionar la participación de tres reconocidos maestros del grabado: que han sido miembros honorarios de la Sociedad: Carlos Alvarado Lang, Francisco Celorio y Gabriel Fernández Ledezma, pero, además, se contó con la asesoría de grabadores eslovacos y rusos.
Leo nos cuenta que algunos de los fundadores dela SMG fueron estudiantes de la Escuela de Pintura al Aire Libre, de la Escuela de las Artes del Libro, ésta fundada por Francisco Díaz de León; se contó también con el apoyo de las escuelas de pintura y escultura, así como del Centro de Artes Contemporáneo mexicano y de la Sociedad para el impulso las Artes Pláticas, el Frente nacional de Artes Plásticas y el Salón de la Plástica Mexicana. El concurso de apoyos fue abundante y en muchos casos, espontáneo.
La SMG fue una agrupación bien organizada. Se redactaron sus estatutos con derechos y obligaciones para sus socios activos, honorarios y contribuyentes. Para tomar las decisiones del colectivo, se reunían periódicamente en asambleas y conformaron un comité directivo integrado por socios elegidos libremente, en sus versiones de 1953 y 1963, la Sociedad tuvo fines exclusivamente artísticos “orientados a la amplia difusión del grabado de todo el país y fuera de él ya sea por propios medios o con la colaboración de otras instituciones culturales”, se nos explica durante la visita al local de la avenida Hidalgo.
En la dirección de 1953, se acordó la publicación de un Boletín especializado de la Sociedad, denominado Estampa, que figuró como su órgano oficial y editorial de información de actividad artística-cultural, que está cumpliendo su ciclo de vida.
En los estatutos de 1963 –a diferencia de los de 1953- la Sociedad Mexicana de Grabadores hizo una adición en sus estatutos en el inciso B relativo a sus propósitos: “hacer la más amplia difusión de la obra grabada de sus socios, en todo el país y fuera de él, así como de la obra grabada de sus socios, en todo el país y fuera de él, así como de la obra de extranjeros de todas las épocas, ya sea por los medios de la Sociedad o, en colaboración con otras instituciones culturales.
En esta amplia plática con el grabador y escultor Leo Acosta Falcón, nos explicó que “históricamente, las tradiciones y expresiones de la cultura popular han sido temas privilegiados en distintas manifestaciones de la plática, en el mundo y en México. Muchos de los integrantes de la SMG, abrevaron su interés de este interés por “lo popular” para desarrollar sus temáticas y propuestas: en sus grabados lo mismo se presentan máscaras, vestimentas o muñecos –creaciones de artesanos locales- que carnavales, danzas o ritos ancestrales. Las tradiciones festivas o religiosas, también han sido motivos temáticos recurrentes en los días de la llamada semana santa o en los Días de Muertos.
Es bien sabido que, tradiciones y costumbres son parte de la cultura de los pueblos y, México cuenta con ambas cosas en abundancia. Vale la pena una visita a este Museo, mientras esté ahí la exposición de los grabadores.
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