Cada europeo consume alrededor de 125 kg de papel por persona al año, y no siempre procede de bosques sostenibles: al menos un 9 por ciento de la madera utilizada para fabricar papel se consigue talando árboles antiguos, imposibles de reemplazar debido a su edad.
Dado esto, ya existe una excelente alternativa: el papel de piedra. Es un invento relativamente reciente (a finales de 1990) y que podría servir para dar un respiro a los bosques.
¿Papel de piedra?
Sí, al menos de un tipo de piedra, ya que se fabrica con un 80% de carbonato cálcico y un 20% de resina de polietileno (no tóxica). El carbonato de calcio forma rocas como la caliza y es muy abundante en la naturaleza. También lo usan muchos organismos vivos para hacer conchas, esqueletos o cáscaras, como las de los huevos.
Lo más interesante es que el proceso de fabricación de este tipo de papel mineral no requiere del uso de agua ni productos químicos como el cloro, que se emplea habitualmente para blanquear el papel de celulosa, pero que es muy tóxico para el medio ambiente y para la salud humana, puesto que libera dioxinas. Tampoco requiere ácidos. La caliza le aporta el color blanco y no necesita, por tanto, blanqueantes químicos.
¿A quién se le ocurrió la idea de hacer papel con piedra?
El papel de piedra lo desarrolló TLM Taiwan Lung Meng. “Todos los papeles llevan un poco de carbonato cálcico. El reto que se ha conseguido es implementar el 80% en su fabricación y no usar ni agua ni árboles ni cloro a la hora de fabricarlo”, explica Lucie García, directora de marketing de EmanaGreen, empresa distribuidora en España. “Está patentado y la fábricas se encuentra en Taiwán. Se ha conseguido un producto 100% impermeable, lavable, resistente, antigrasa, antimoho y ecológico”, puntualiza García.
La empresa asegura que al confeccionar este papel se genera el 50% menos de C02 que con el papel de celulosa, puesto que se gasta la mita de energía en su fabricación con respecto a la pulpa de papel virgen.
El papel de piedra también es totalmente reciclable, una cualidad necesaria para recibir la prestigiosa certificación Cradle to cradle (C2C) Silver, que ostenta este producto desde 2009 y que garantiza que se trata de un material inocuo para la salud humana y ambiental, reciclable y con una gestión eficiente del agua. “De momento goza de la certificación Silver y no la Gold o Platinum debido a que contiene un 20% de polietileno. La fábrica está investigando para reemplazar ese 20% de polietileno por un biopolímero degradable”, asegura Lucie García.
En realidad, la certificación C2C Gold requiere el uso de energías renovables y la Platinum se consigue cuando también se asume una responsabilidad social por parte de las empresas, pero el esfuerzo por sustituir la resina por un componente biodegradable lo convertirá en un producto 100% degradable y un claro ejemplo más de la economía circular.
De momento, es “infinitamente reciclable y 80% degradable al aire libre y al sol entre tres y nueve meses”, explican desde EmanaGreen. Permite una alta calidad de impresión (flexo, offset, huecograbado y digital a baja temperatura, aunque para casa la empresa recomienda usar impresoras de tinta de cera) y no requiere tintas especiales, por lo que ya ha sido utilizado para imprimir mapas, bolsas comerciales, tarjetas, etiquetas, envoltorios, libros, cartones.
[wp_ad_camp_1]