El Foro Económico Mundial, (WEF), por sus siglas en ingles en la estación suiza de Davos, que se celebra cada año desde 1971. Creado por el ingeniero alemán Klaus Schwab (1938), quien este año bautizó la edición como la cuarta revolución industrial y justo antes de la cumbre publicó un libro sobre el tema.
Schwab es un entusiasta de la tecnología “del impacto que puede tener sobre la política y la economía, pero sobre todo, de las consecuencias que puede tener sobre las personas, algo sobre lo que no hay conclusiones definitivas”, explica uno de sus asesores. Impresiona la formación de Schwab: un doctorado en ingeniería por el Instituto Federal Suizo de Tecnología; un doctorado en Económicas por la Universidad de Friburgo y un Máster en administración pública por la escuela John F. Kennedy de la Universidad de Harvard.
Este año las estrellas de Davos fueron las firmas tecnológicas y el tema elegido para esta cita: la cuarta revolución industrial de manos de la tecnología lo que propició un cambio de roles, pues los banqueros fueron hechos a un lado por las compañías tecnológicas Facebook, Microsoft, Salesforce, SAP, Accenture, Infosys.
Por primera vez en la historia del Foro se consideró la importancia de la banda ancha para el crecimiento de las naciones, por lo que se entabló un nuevo diálogo centrado en conectar a mil 500 millones de personas.
En el nuevo Documento para la discusión, elaborado por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), se informa que conectar a esa cantidad de personas requerirá una inversión de 540 mil millones de dólares en infraestructura de red.
En el texto se observa que solo 3 mil 200 millones de personas en el mundo están en línea, mientras que 4 mil 200 millones siguen sin conexión. En 48 países menos adelantados identificados por las Naciones Unidas, la penetración de Internet es inferior al 10 por ciento.
En la declaración conjunta se solicita que haya un esfuerzo concentrado mundial para conectar a Internet a 60 por ciento de la población global en 2020. También se menciona que solo 5 por ciento de los idiomas del mundo está representado en línea. Existen en el mundo 781 millones de adultos que son analfabetos y 100 millones de niños que no han tenido acceso a una educación primaria completa, lo que está creando grandes bolsas de “excluidos digitales”.
En la cuarta revolución industrial entra sin dificultad la robótica, donde uno de sus especialistas, Oussama Khatib (1950), director del programa de Robótica de la Universidad de Stanford y presidente de la Fundación Internacional de Investigaciones en Robótica (IFRR, por sus siglas en ingles), habla sobre los problemas que han tenido por el remplazo de los trabajadores por máquinas sin formarlos para nuevas tareas. “El problema es que intentamos aplicar la tecnología sin una transición suficiente para tratar su impacto social. Hay que asegurarse que la tecnología se ponga en práctica de forma que no haga daño a los trabajadores. Quienes están sustituyendo más puestos de trabajo no son los robots, sino las computadoras”.
Hay trabajos que van a seguir necesitando de la presencia humana y de la intervención humana: el avión puede ser más autónomo que cualquier robot, pero no se nos ocurre volar sin piloto. El conocimiento y la intuición humana, hoy por hoy son irreemplazables.
Davos culmina cada edición con una glamurosa velada, en el hotel que una vez acogió al sanatorio de La Montaña Mágica, indispensable invitación, esmoquin y vestido largo para las damas. Esa noche Schwab se permite marcar unos pasos de baile con su esposa Hilde, ya sin tanta tensión, aunque las malas lenguas relaten algunas anécdotas divertidas y escandalosas del