El pasado 19 de febrero, tenía que ser viernes de mal fario, falleció Umberto Eco, constructor de catedrales literarias a la edad de 84 años y el mismo día falleció Harper Lee a los 89 años, la mujer que mejor relató la llamada “América profunda”.
Como dicta la etiqueta, primero la damas. Harper Lee será recordada como la mujer que mejor relató la llamada “América profunda” del sur de los Estados Unidos. “Matar a un riuseñor”, su obra maestra, se convirtió en una de las piezas claves del sur de los Estados Unidos, en el que Harper Lee abordó temas que hoy siguen de actualidad.
Con su novela Harper Lee ganó el premio Pulitzer y más tarde se adaptó al cine, protagonizada por Gregory Peck y Mary Badham bajo la dirección de Robert Mulligan, que terminó ganando el Oscar en la edición de 1963.
La última aparición de Harper Lee fue en 2010, fue cuando recibió de manos del presidente de Estados Unidos Barack Obama, la Medalla Nacional de las Artes.
Umberto Eco
No ocultamos nuestra admiración por el autor de las novelas “El péndulo de Foucault”, “La isla del día antes”, “El cementerio de Praga”, y con la que alcanzó fama mundial “El nombre de la rosa”, y su última novela, que fue sobre periodismo, “Número cero”.
Umberto Eco fue un viajero incansable, nunca relator de sus viajes, sin embargo deja entrevistas memorables como la que Miguel Sabido le hizo en Acapulco en 1974 en el Primer Encuentro Mundial de la Comunicación, donde asistieron los teóricos doctor Wilbur Schramm, doctor Abraham Moles, Marshall McLuhan, Robert Lindsay, Jean Louis Servant-Schrieber, José López Aranguren, Kenneth Galbraith y… Umberto Eco. Y por el lado de los prácticos Roman Polanski, Liza Minnelli, Mario Moreno “Cantinflas”, Sergio Leone, Joaquín Rodrigo, “Pele”, Amalia Hernández y el grupo “The 5th Dimensión”. En suma la flor y nata de la comunicación de esa época.
Entre otras cosas Umberto Eco le dijo a Sabido: “Mientras no se unan la teoría y la práctica de la comunicación, los dueños de los canales seguirán siendo los dueños de los países porque seguirán defendiéndose diciendo que los medios solamente entretienen”. Y profético sentenció: “Fue un buen encuentro. Todos aprendimos mucho. Cuando vuelva a Roma quizá escriba una novela semiótica con múltiples lecturas”. Y la escribió seis años después y se llamó “El nombre de la Rosa”, donde unió su deslumbrante capacidad teórica con su deslumbrante capacidad de creador.
El martes 23 de febrero cientos de personas despidieron en un funeral laico en Milán al escritor, filósofo y semiólogo italiano Umberto Eco. Fue un acto breve, a petición de la familia. El funeral se celebró en el Castello Sforzesco, una construcción del siglo XV que el escritor amaba. Como homenaje estaba su toga de la Universidad de Bolonia, donde fue catedrático de Filosofía y en la que puso en marcha la Escuela Superior de Estudios Humanísticos, cuyo objetivo es difundir la cultura entre licenciados con un alto nivel de conocimientos.
El actor Roberto Benigni afirmó: “personas como él son necesarias en la tierra, no en el cielo”. Helena Lozano Miralles, traductora de Umberto Eco al español y alumna del profesor y maestra en la Universidad de Trieste se expresó: “Gracias, profesor, por haberme concedido el privilegio de tu inteligencia y de tu amistad. Por haber querido ser mi Maestro”.
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