El cerebro humano tiene cien mil millones de neuronas y trillones de conexiones sinápticas trabajando al unísono es, sin duda, la estructura más compleja del universo. Lo tenemos aquí, dentro de nuestras cabezas, ordenándose así mismo. Estamos en una era en la que el desarrollo científico- tecnológico nos permite analizar sus interioridades en un grado de detalle nunca antes imaginado.
La neurociencia es inabarcable. En la Columbia University, se ha lanzado el mayor proyecto neurocientífico de la historia con una iniciativa titánica llamada BRAIN (BrainResearchthroughAdvanceInovativeNeurotechnologies), con una donación de 1,000 millones de dólares del gobierno del presidente Obama con la misión de diseñar nuevas tecnologías que permitan hacer un mapa 3D de la actividad de los circuitos neuronales completos.
Este proyecto tiene un competidor amigo, el europeo Human Brain Project (HBP), ambos, abordan la, quizá, utópica misión de comprender con detalle el cerebro humano.
Los avances científicos se suceden a un ritmo vertiginoso, cada vez son más las personas interesadas en conocer y entender como funciona el mundo, conscientes de que el conocimiento científico nos ayuda a vivir mejor y a tomar mejores decisiones en nuestro día a día.
Por fortuna hay una predisposición a aprender, a reflexionar y absorber nuevas ideas que nos hagan más inteligentes como sociedad y como individuos. El pensamiento crítico es fundamental para nuestras vidas, y la ciencia constituye su mejor expresión.
Carguemos nuestra mente de sueños, la ilusión es el combustible que alimenta y guía nuestras emociones : Pere Estupinyá
Esta vez cambiaremos de tema, o de tercio, como dicen los taurinos y hablemos de cosas como la autonomía y la felicidad. El hombre feliz es autónomo, con la mira en sus ilusiones y en ganar el dinero suficiente para evitar preocupaciones.
La autonomía da la sensación de que nuestra vida, actividades y hábitos son elegidos e impulsados por uno mismo. La ilusión alimenta y guía nuestras emociones en dirección hacia un sueño, o muchos sueños, más de los que podemos abarcar. Pero no hay que sentirse frustrado si no se realiza alguno, pues la ilusión es una felicidad transitoria.
Con la actual ingeniería genética y la tecnología podemos manipular nuestro cuerpo y metabolismo. Envejecer más lentamente pudiendo alcanzar 140 0 150 años de vida con el vigor y la lucidez que nos permitan ser autónomos. Esto ya es posible, pero debemos estar cargados de sueños y proyectos a largo plazo con expectativas realistas.
Debemos aplicar el antienvejecimiento para extender la vejez. Morir a los 90 en lugar de los 80, aminoremos la degeneración de nuestro organismo y lleguemos a los 60 como si tuviéramos 50, a los 80 como si tuviéramos 65 o incluso a los 100 en relativa buena forma. Además no debemos destruirnos, el fumar es un ejemplo muy claro. El tabaco daña directamente los pulmones y genera daños moleculares que aceleran el envejecimiento. Comer poco y sano, nada más lo que el cuerpo necesite de nutrientes y calorías.
El ejercicio regular es genial para el sistema cardiovascular, mejora nuestro estado anímico y refuerza el sistema inmune. Evita la inflamación, que es uno de los grandes factores que contribuyen al envejecimiento. La combinación de buenos hábitos individuales con los progresos médicos hace que, si ponemos voluntad de nuestra parte, un gran número de nosotros podemos llegar a los 100 años con bastante buena salud.
Los humanos del futuro mirarán hacia atrás, a los siglos XX y XXI, y los llamaran la era de los combustibles fósiles, de la porquería que tragábamos por los tubos de escape de los coches y de la chimeneas industriales que emitían CO-2 a discreción, pero también como esa fuente de energía barata propicio nuestro crecimiento social y económico.
La incertidumbre está en si nos considerarán inteligentes, por haber frenado a tiempo el uso de combustibles fósiles , o si nos tacharan de imbéciles por haberlos gastado como piratas bárbaros inconscientes.