El volumen total de la impresión digital de libros alcanzará los 100.000 millones de páginas en 2022, año en el que las ventas de libros impresos registrarán un aumento del 25%. Como señala Canon, esto está fomentando el crecimiento de ingresos de los proveedores de servicios de impresión.
Al contrario de lo que se esperaba, el libro impreso no está muerto. Se preveía que el libro electrónico y los soportes digitales lo relegaran a la historia, pero ha ocurrido más bien lo contrario. En los últimos años, las ventas de libros electrónicos primero se han estancado y luego se han reducido, e incluso los jóvenes nativos digitales están volviendo a la impresión para escapar del incesante ruido digital.
Como resultado, los libros son el único mercado de impresión digital en el que se prevé que crezcan tanto las aplicaciones en blanco y negro como en color, con una tasa de crecimiento anual del 15% en ambos casos hasta 2022, mientras que el volumen de impresión digital total de libros alcanzará los 100.000 millones de páginas.
A pesar de la resistencia del libro físico, los volúmenes de páginas impresas se están reduciendo, debido a que los libros electrónicos, las redes sociales y otros formatos de entretenimiento digital no van a desaparecer.
Canon sugiere formas con las que los editores y proveedores de servicios de impresión (PSP) pueden afrontar estos retos, mediante la incorporación de la impresión digital en distintos modelos de negocio, que permiten gestionar y distribuir contenidos de múltiples formas, en formato impreso o digital, con el fin de ofrecer un valor añadido atractivo y sustancial a sus clientes. Estas opciones son la impresión de tiradas cortas y la impresión bajo demanda.
El objetivo del modelo de tirada corta es optimizar un proceso de producción existente mediante el cambio al formato digital, que elimina los pasos no productivos de los flujos de trabajo offset, como la creación de planchas, el plegado, el almacenamiento provisional y la recopilación. De este modo, se optimizan en particular los libros con grandes recuentos de páginas, especialmente en color.
Los beneficios para los editores incluyen una mayor flexibilidad en los pedidos (tiempos de entrega más cortos para tiradas cortas), un tiempo de comercialización más rápido y ahorros de costes en el almacenamiento y la distribución.
En el modelo de producción bajo demanda el proceso es 100% digital, y en él se combinan la impresión digital y por Internet para primero vender y luego imprimir. Con ello, se elimina el stock y se minimiza el capital vinculado a los libros no vendidos. El concepto de descatalogado se convierte en algo del pasado y los títulos especializados y la ‘larga cola’ se convierten en fuentes estables de ingresos.