Las sociedades del futuro tienen que invertir más en la formación de profesores y defender la función presencial del maestro contra el facilismo del Internet.
El rol del profesor es contundente ya que es imposible enamorarse de una disciplina únicamente por el contacto a través de las máquinas. Los estudiantes actuales en su comodidad plagiaria durante la navegación virtual copian y pegan sin espíritu de síntesis; les falta esa capacidad.
Hoy en día cualquier adolescente está a un clic de conseguir toda la información que quiera en Internet, sin embargo, al hablar con los maestros, demuestran su falta de cultura general, que no es una cultura superficial. Si pensamos que Internet va a revolucionar todo; por supuesto que si va a cambiar muchas cosas, pero no hay que tirar lo bueno que teníamos antes.
Las nuevas tecnologías requieren de la formación del personal de las empresas para que se adapten a la competencia mundial, que es cada vez más férrea.
Vamos hacia mercados de sensibilidad, estos mercados exigen creatividad y esta creatividad exige una excelente educación. Las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación cambian los datos, cambian el juego en materia educativa.
Las sociedades del futuro tienen que invertir más en la formación de maestros. Entre más alta tecnología tengamos en la universidad más vamos a tener que apoyarnos en personal que enmarque, que encuadre todo esto. Es indispensable el contacto de un maestro, las máquinas no son suficientes para enamorarse de una disciplina, el maestro infunde el gusto y abre la mirada a cosas nuevas.
Queda mucho por inventar en este siglo en materia educativa. Es cierto que Internet aporta muchas cosas buenas y nuevas, pero actualmente no tenemos la llave mágica que nos permita usarlo de manera totalmente adecuada.
Para sintetizar, podemos decir que una economía de innovación requiere formación en forma cada vez más apremiante y esto en particular en las economías globalizadas. Urge una combinación en donde la tradición y la innovación generen un maridaje en busca del bienestar común.
Síntesis de una entrevista al filósofo francés Guilles Lipovetsky publicada en Milenio.
Como los profesores se convierten en maestros y al final en educadores
De un profesor se admira su sabiduría, su deslumbrante información. La relación que tiene que ver con el conocimiento. Con el paso del tiempo, cuando el alumno ya no es del todo ignorante sigue valorando el conocimiento, pero ya está en condiciones de apreciar otras cosas.
Cuando el alumno empieza a darse cuenta que el profesor, además de tener mucha información y saber mucho, tiene otras cualidades entonces lo identifica como maestro.
El maestro emerge después que almacena sabiduría y sabe cómo trasmitirla. En el fondo, la sabiduría tiene conceptos esenciales como la justicia, el bien, la filosofía, la comunicación y la palabra. La educación es el eslabón de transmisión de la herencia recibida, que se ve, se traspasa a las siguientes generaciones.
La memoria es lo que hemos sido, lo que hemos aprendido, lo que consciente o inconscientemente ha ido posándose en nuestro ser, es lo que nos constituye. La memoria viva, vivir esa memoria, revivir es memoria. La misión de un profesor es revivir: lo dices tú, lo enseñas tú y lo haces palabra tú. Trasmitir buena voluntad y bondad, además de sabiduría es la meta de un educador.
Síntesis de un diálogo del filósofo Emilio Lledó con su alumno Manuel Cruz, publicado en el suplemento Babelia del periódico EL PAÍS.